El Sol siempre ha sido uno de los planetas más importantes en la historia de la humanidad. Las civilizaciones antiguas como la griega y la romana, veneraban esta brillante estrella hasta el punto de tener sus propios dioses.
En la actualidad, el planeta más importante del sistema solar es fuente inagotable de energía, pues es una de las alternativas para hacer frente a la energía eléctrica, conocidas comúnmente como energías renovables. Seguro que las conoces y tienes algún que otro familiar que hace uso de ellas pero, ¿conoces el origen de la energía solar?
El origen de la energía solar
A lo largo de la historia, el ser humano siempre ha sentido curiosidad por sacar partido a la energía del Sol. Las civilizaciones romanas y griegas quisieron, inteligentemente, dotar a las casas de un diseño que fuese beneficioso para su día a día, con la creación de ventanas de vidrio para poder captar así la energía solar y ayudar a las plantas exóticas a crecer en condiciones óptimas.
Siglos más tarde, en los años 1837 y 1838, el físico de origen francés Claude Servais Mathias Pouillet fue el pionero en realizar las primeras mediciones cuantitativas de la energía solar en la superficie terrestre – las cuales fueron calculadas mediante la ley de Dulong-Petit – llegando a la conclusión de que el Sol tenía una superficie de 1800 grados centígrados.
Pese a su conclusión, su estimación fue corregida años más tarde por el físico esloveno-austríaco Josef Stefan, el cual dictaminó que la superficie era de 5430 grados centígrados.
En 1860, el inventor galo Augustin Mouchot creó la primera cocina solar, con el fin de ser una alternativa al carbón. Esta invención fue presentada al emperador Napoleón III, y gracias a su enorme contribución en la creación de inventos relacionados con la energía solar, Mouchot fue digno de una medalla en la Exposición Universal de Paris de 1878.
En 1888, el físico ruso Aleksandr Stolétov creó la primera celda fotovoltaica de luz visible cuyo material principal fue el selenio. Stolétov se basó en el descubrimiento del físico alemán Heinrich Rudolf Hertz, quien un año antes descubrió el efecto fotoeléctrico externo. Gracias a su colega alemán, pudo mejorar la eficiencia de conversión de 1% a un 2%.
En 1891, el fabricante de tuberías y calefactores americano Clarence Kemp patentó el primer calentador de agua con energía solar. Invención que ayudó a muchos californianos a disfrutar de agua caliente en su propia casa a finales del siglo XIX, con un precio de salida de 25 dólares el calentador.
Años más tarde, en 1936, el astrónomo estadounidense Charles Greeley Abbot mejoró lo que Kemp descubrió, lo que supuso un impacto para la industria de este tipo de energía hasta la década de los 50, pues la reina energética pasó a ser el gas natural, ya que su precio era muy barato.
Durante las dos décadas siguientes la energía solar fue relegada por otras como el petróleo y el citado gas natural, hasta que en los años 1973 y 1979 los principales países que utilizaban estas energías se vieron obligados a encontrar nuevas fuentes con el fin de evitar a toda costa la utilización de combustibles fósiles por culpa de la crisis del petróleo.
Este punto de vista se afianzó aún más en 1990, ya que la Guerra del Golfo supuso un duro golpe al petróleo y se pensó en dar prioridad de nuevo a las energías renovables, concretamente a la energía solar.
La energía del futuro
A día de hoy la energía solar es una gran alternativa que encontramos en forma de potencia térmica solar, para calentar cualquier tipo de fluido e impulsar motores u otro tipo de maquinaria.
También existen los paneles solares – también conocido como conversión fotovoltaica – encargados de recoger energía solar para transformarla en electricidad, que desde hace unos años se utilizan, especialmente, en casas de campo donde no llega la luz (sustituyendo a los ruidosos generadores).
Esta es la energía que, posiblemente, en un futuro no muy lejano sea la sustituta de la electricidad. De hecho, en lugares como California (Estados Unidos) ya se obliga el uso de la energía solar en nuevos edificios, con el fin de ahorrar y cuidar la salud del planeta.